Marlene Alfonso, conocida como ‘Cindy sin dientes’, o antes como ‘La abuela rapera del metro de Caracas’, se ha vuelto viral en los últimos días por sus llamativas y sorprendentes actuaciones en los autobuses colombianos de Bogotá.
Con su cárdigan rosa y sus gruesos lentes, “Cindy sin diente” se está convirtiendo en una sensación musical en el transporte público colombiano.
Cuando la música comienza a sonar en su altavoz portátil, la mujer de 69 años se convierte en una rapera prolífica cuyas rimas hacen estallar a los viajeros en el Transmilenio, el sistema de autobuses públicos abarrotado y plagado de delitos de Bogotá.
El apodo de Marlene Alfonso “Cindy sin Dientes” proviene del hecho de que le faltan la mayoría de sus dientes y dice que no puede permitirse unos dientes postizos.
“Estoy tratando de hacer algo por mí misma”, canta mientras viaja en un autobús lleno de viajeros que se dirigen al centro. “Si no puedes darme dinero, dame un beso, eso arreglará mi cuello torcido”.
"Cindy Sin Dientes, que pone el ambiente" 😁👵🏻
La abuela rapera, que maravillosa persona:
"El corazón no tiene arrugas" pic.twitter.com/v8PjcbPD2c— Christian R. Differ (@ChristianDiffer) November 5, 2020
Su edad avanzada, letras cómicas y atuendo inusual para un rapero la han ayudado a sobresalir. Se ha convertido en una inspiración para un grupo de migrantes que ha sido mayoritariamente acogido en Colombia, pero que también ha sufrido recientemente discriminación y ataques xenófobos.
“Es difícil ganarse la vida aquí”, dice Haileen Volcan, una venezolana de 32 años con cinco hijos, que vende rompecabezas para niños en los autobuses de Bogotá. “Pero si puede subirse a los autobuses y trabajar, una mujer joven como yo también puede vender cosas”.
Más de 1,7 millones de venezolanos viven actualmente en Colombia, adonde se han mudado para escapar de la crisis económica y humanitaria de su país. Según los funcionarios de inmigración, solo 720.000 tienen un permiso de residencia, lo que obliga a muchos migrantes a trabajar por menos del salario mínimo o ganarse la vida como músicos callejeros o vendedores ambulantes.