Vendía arepas en Perú, ahora trabaja como médica luchando contra el covid-19

Muchas personas han salido de Venezuela en busca de un mejor porvenir. A pesar de haber obtenido títulos de ingenieros o doctores les ha tocado trabajar fuera del país en cualquier cosa para generar ingresos.

Tal es el caso de Felimar Luque quien junto a su hermana llegó a Perú y le tocó trabajar honradamente como vendedora de arepas para poder sustentarse.

Felimar estudió ginecología y cuando salió de su país tenía las esperanzas de encontrar trabajo en su rama. Sin embargo sabía que eso no sería tarea fácil.

La mujer de 34 años de edad tuvo dificultades para homologar su título debido a que el costo de este trámite es un poco elevado.

La esperanza era bastante lejana por el tema económico”, expresó la ginecóloga.

Hace un año desde que Luque llegó a un país totalmente ajeno. Durante todo este tiempo sus opciones para producir dinero fueron trabajar en una farmacia y vender arepas. Con la trágica llegada del coronavirus logró lo que tanto quería desde un principio: volver a la medicina.

Con los días aparecían más casos positivos de COVID-19 y el personal del Hospital Edgardo Rebagliati Martins no era suficiente. Felimar fue contratada para trabajar allí.

Países como Perú, México, Chile y España han tomado la decisión de incorporar a médicos extranjeros a pesar de que los trámites para colegiarse aun no los hayan culminado. Esto se debe a la gran cantidad de personal que se necesitan para atender a los pacientes.

¿Que sucedió durante un año?

“Despertábamos para hacer las arepas y que estuvieran calientes al momento de venderlas”. Explicó Luque.

Luego de estudiar en la universidad durante 11 largos años y obtener 4 años de experiencia, le tocó colgar su bata blanca y empezar desde cero.

En un rato libre Felimar aprovechó de contar su historia a BBC Mundo. “Vendíamos unas 30 o 35… No eran muy grandes porque la harina P.A.N. es importada y costosa y queríamos obtener un poquito de ganancia“, dijo.

Asimismo contó que fue duro el choque emocional que le tocó vivir. Pues nunca había tenido que vender nada para ganarse la vida, hasta que llegó a Perú.

El choque emocional era demasiado, aparte, jamás había vendido nada. Todo en mi vida había sido estudiar, estudiar, estudiar… El día en que decidí trabajar ya era médico y, desde entonces y ya graduada, nunca había dejado de trabajar”. Aseguró.

Su vida en Venezuela:

Luego de graduarse empezó a trabajar en un hospital de nivel 4 en Caracas. El mismo contaba con distintas especialidades, área de terapia intensiva y muchas camas. Trabajó en la parte de ginecología, colocando en práctica todos sus conocimientos.

Egresó de la Universidad Rómulo Gallegos con honores. Luego de eso realizó un postgrado y gracias a su buen trabajó alcanzó a ser jefa de servicios del hospital.

En ese sentido dejó saber. “En Venezuela siempre tuve trabajo, muchísimo trabajo. Pero una vez que vengo para acá, nunca había vendido y había que relacionarse con cualquier persona”.

“Pero era más que todo el choque emocional: eras una persona reconocida en tu país. En mi caso, yo era jefe de servicio porque era especialista adjunta del servicio de ginecología ya con cuatro años de experiencia como tal. Y sí, el choque es bastante fuerte en ese sentido”.

“De verdad que me sentía bastante mal”.

Conseguir empleo no fue nada fácil.”Entonces hice mi currículum, lo dejé por locales comerciales, farmacias. Llamaba a los anuncios para cuidar bebés, cuidar abuelitos”. Contó Felimar.

Luego de esto consiguió trabajo 6 días de la semana en una farmacia. A su vez vendía arepas junto a su hermana en un mercado cercano a su vivienda.

Registré mi título… pero hubo un freno porque me exigían estudiar un año más“. Ya que su hermana tuvo más problemas para encontrar empleo, no podía permitírse esperar tanto tiempo. “Decidimos oye, nada, a reunir plata. A ver si se puede lograr de alguna forma en algunos meses”.

Asimismo contó que tuvo distintos obstáculos. “Tuve que pasar varias pruebas y cursos. A veces nos decían el mismo día o la noche anterior: ‘Hoy, urgente, tienen que ir a tal sitio’. Y bueno, ese día le pedía permiso a mi jefe y gracias a Dios fue bastante tolerante. Me decía: ‘Tranquila’. Luego, eso sí, tenía que pagarle las horas como sea”.

Durante 3 largos meses solo obtuvo llama de dos posibles empleos en medicina y ambas eran muy lejos de Lima.

Luego de que el coronavirus llegara a Perú un colega le informó que “EsSalud” seguridad social peruana, requería personal. Por lo que estaban contratando médico para enfrentarse a la pandemia.

Así fue como Felimar comenzó a trabajar hace una semana en el Hospital Edgardo Rebagliati Martins

Aseguró que el lugar “es hermoso, se parece al hospital en el que yo trabajaba [en Venezuela]”.

Me siento bien, a pesar de la pandemia, haciendo lo que más me gusta”. También los ingresos de Luque aumentaron desde que ejerce la medicina en Perú.

Es necesario resaltar que le dieron un contrato por 3 meses que se puede extender 3 meses más si la pandemia continúa. Sin embargo no pierde las esperanzas de seguir haciendo lo que le gusta.

Aunque el contrato dice ‘solo pandemia’, yo confío, Dios quiera, que nos dejen trabajando como tal. Ya ellos saben que soy especialista, que estoy en proceso de mi registro nacional de especialista acá en Perú. Y si no, bueno, como médico general, que ya tengo todo legal. Si la posibilidad está, sería genial quedarnos acá trabajando”.

Es impresionante ver como el venezolano se reinventa, se atreve a ganarse la vida de cualquier manera y aun así no pierde las esperanzas de alcanzar sus metas.

El caso de Felimar se ve reflejado en muchos de los venezolanos profesionales que emigran y luchan por encontrar algo mejor a pesar de los obstáculos del día a día.

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