En el centro de Caracas, capital de Venezuela, hay un lugar sombrío y excéntrico que demanda la mirada de locales y extraños, al recrear una imagen que parece sacada de una película de terror. El sitio puede pasar desapercibido para los que caminan al ritmo vertiginoso que impone la ciudad y que no tienen tiempo de mirar hacia arriba.
Sin embargo, quienes deciden tomarse un respiro y observar los detalles que visten el concreto de la ciudad, se detienen de asombro e intriga cuando ven un balcón lleno de cabezas de muñecas que parecen seguir los pasos de todo lo que sucede a su alrededor y eso cuando llueve, liberan lágrimas negras formadas por el hollín contaminante de los coches.
El balcón está en la parte más alta de una casa de tres pisos, entre dos grandes edificios dentro de la parroquia Santa Rosalía de Caracas. Quien conoce el lugar Suelen dar como referencia el llamado rincón de El Muerto., aunque su ubicación actual está en el medio de la Avenida Este 1
El artista plástico, Etanis González, es el misterioso dueño de las cabezas de muñeca que adornan el balcón de su apartamento en Caracas. Y a través de una serie de fotografías se puede observar sus tendencias artísticas.
La primera cabeza de muñeca que vio la luz del sol en la ventana de Etanís, fue una que sacó del cuarto de su hija hace dos años y que dispuso sin intención en el balcón. “Los vecinos lo vieron gracioso y comenzaron a regalarme cabezas por echar vaina”. Hoy por hoy son incontables pero, para Etanís, siempre hay lugar para más. Niños, ancianos y hasta indigentes han aportado ejemplares a su colección. “Muchos lo ven macabro, otros lo ven interesante. Es arte porque somos una familia de artistas y todo lo que se haga con ingenio es arte”.
Cuenta que no tiene relación con el camionero que cuelga cabezas de muñecas en su vehículo y transita así Caracas, mas relata que una vez se accidentó en la cuadra y que él fue a brindarle ayuda. “Nos tomamos fotos y todo”, comentó como quien recuerda un viejo amigo. Etane es un fiel admirador del artista Armando Reverón. Siempre recibe alegre todo lo que le regalen: zarcillos, lentes, tapas de refrescos, relojes descompuestos y hasta bombillos quemados. Algo se le ocurre y trasforma el desecho en esculturas, cuadros o utensilios.
El interior de su casa es una combinación entre arte, creación propia y algunas figuras que causan terror. En la entrada cientos de espejos reflejan a quien camine, es una colección que ha reunido de todas partes del mundo. El tic-tac es la música natural de su casa. En una de las paredes está su recopilación de relojes. Incluso tiene uno que va en sentido contrario a los demás.